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Lugares que defraudaron, 15+1 bloggers nos cuentan el suyo

Cuando viajamos, siempre tendremos en la cabeza esos lugares que defraudaron o que simplemente les teníamos unas expectativas tan altas que no dieron la talla por un motivo u otro. Esto no quiere decir que el lugar o país no nos guste, sino que simplemente hubo pequeños detalles que no nos terminaron de convencer y nos dejaron ese sabor agridulce.


¿Quieres conocer esos lugares que defraudaron tanto a 15 bloggers de viaje como a nosotros? Seguro que esta lista no deja indiferente a nadie:


1. Islas Fiji, paraíso colectivo (A tomar por mundo)


Todos los destinos que hemos visitado hasta ahora, por una u otra cosa, siempre han sumado. En los casi 90 países que hemos conocido hasta la fecha ha habido lugares que nos han encantado, otros que nos han gustado y algunos, los menos, que nos han disgustado. Pero todos, sin excepción, han aportado algo a nuestra mochila viajera.


Uno de esos países en los que creamos más expectativas de las que finalmente fueron, son las Islas Fiji. Este conjunto de más de 300 islas situadas en Oceanía puede llegar a ser un paraíso pero la saturación turística de las zonas principales, los abusivos precios que nos encontramos y la rudeza, en ocasiones, de una parte de las personas que se dedican al turismo, no nos hizo estar a gusto entre aguas claras, naturaleza exhuberante y corales con peces de colores. Parece una contradicción. Y probablemente lo es. Pero la gente y estar feliz hace más que cualquier otro atractivo del destino.




Aunque fue un país donde la gente si nos llamó la atención, en cambio el radical aumento del turismo, los precios desorbitados para ser Asia y el paisaje, bonito, pero sin ser mucho más impactante que su país vecino Tailandia, al final nos acabó defraudando. No es posible que un país como Myanmar sea infinitamente más caro que Tailandia, cuando este último, aunque tenga más turismo, tiene igualmente paisajes y lugares igualmente espectaculares.




Recuerdos del día que vimos por fin con nuestros propios ojos, el magnífico Taj Mahal:


Antes de ir a la India nos imaginábamos sus vivos colores, las sonrisas de su gente, una espiritualidad contagiosa y por supuesto el magnífico Taj Mahal.


Y al llegar allí vimos un país de colores apagados por el paso del tiempo, las sonrisas brillaban por su ausencia, la religión lo inunda todo pero no sentimos la espiritualidad y el Tal Mahal... como edificio es precioso pero todo lo que le rodea le restaba encanto.


Por un tiempo, pensamos que nunca volveríamos, pero con el paso del tiempo, los recuerdos se han transformado y algo nos dice que tenemos que volver y darle una segunda oportunidad.




A ver, que nadie se alarme: No queremos decir que Cuba no nos gustase ni que no disfrutáramos del viaje pero, si tenemos que elegir, ha sido el país que nos lo ha puesto, quizá, más difícil. La verdad es que pensamos que ni siquiera es “culpa” de la pobre Cuba, sino que esta “decepción” fue un cúmulo de cosas: llevábamos las expectativas muy altas después de muchos años soñando con ella y, además, fuimos justo después de estar en México, que es nuestro país favorito y dejó el listón muy alto; tampoco nos habíamos preparado el viaje lo suficiente y, para colmo, Paula se puso mala...


Dicho esto, uno de los puntos más negativos que le vimos al viaje fue el transporte público. Quizá tuvimos muy mala suerte, pero nos tocó de todo: esperas eternas, colas llenas de gritos y empujones, conductores maleducados... aun así, los buses eran el paraíso si lo comparamos con el trayecto de 7 horazas que hicimos en un colectivo por el que pagamos una pasta y luego no tenía respaldo ni hueco para el equipaje.


Otro punto de estrés importante fueron los intentos de timos, en concreto en La Habana. En una ocasión, ¡la persona se nos puso violenta y todo! Tampoco nos gustó que, en algunos sitios, nos obligaran (a veces de malos modos) a dar propinas por un servicio que, en general, es bastante deficiente. Creemos que no es justo para quienes de verdad trabajan bien. Los precios, por su lado, son mucho más altos de lo que el servicio, en general, merecería, y por supuesto de lo que pagan los cubanos, pero esto sí lo esperábamos.


Vamos, que viajar por Cuba totalmente por libre y en transporte público se convirtió en un reto para nosotros... Aun así, es un país precioso, tremendamente interesante y conservamos amigos de allí con los que mantenemos el contacto. Con la perspectiva que da el tiempo, ¡nos encantaría volver!




En nuestro viaje por Namibia teníamos muchas ganas de ver este agua rosa en Walvis Bay, pero lo cierto es que aunque desde el cielo la foto mole, o hayas visto otras fotos en Instagram de este lugar, tenemos que confesar que para nosotros todo lo que rodea este agua rosa es bastante feo. Son unas salinas artificiales rodeadas de tubos, espuma sucia y camiones, parece como una zona en obras desde el primer momento en el que entras al recinto.


Si tus expectativas son las de encontrarte un lago natural de color rosa en medio de la naturaleza no lo vas a encontrar.


Lo que nos preguntamos es, ¿cómo puede ser que no hayamos encontrado por internet nada malo sobre este lugar? Todo son explicaciones de un lugar ideal que realmente no existe. Nosotros preferimos ser sinceros siempre y este es uno de esos lugares que no vale la pena ir.




Viajar a Vietnam fue uno de los grandes aciertos como viajero y sin embargo, de allí me llevé a la vez, una de mis grandes decepciones cuando visité el Delta del Mekong.


Este río, uno de los más largos del planeta y que cruza seis países asiáticos, forma a su paso por el sur de Vietnam un delta que aunque deja alguna estampa bonita en sus mercados o sus paisajes, se ha turistizado de tal manera que resulta imposible encontrar algo mínimamente auténtico en él. Y no es que yo sea de los que va buscando la autenticidad allá dónde va, pero aquel montaje para turistas me pareció excesivo y sin ningún resquicio del encanto o la magia que esperaba en él y que sin embargo, sí que conseguimos encontrar en otros lugares del centro o el norte de Vietnam, también repletos de turistas, pero habiendo conservado aún algunos pedazos de su esencia original.




Por regla general, en los viajes tendemos a sacar la parte positiva y bonita de cualquier lugar, pero siendo realistas y viendo el mundo en el que vivimos, cada día es más fácil sacar defectos a un sitio concreto. La masificación y la degradación del planeta son los principales motivos para que un lugar nos defraude y en Filipinas se nos juntaron las dos cosas. Concretamente el Nido, un lugar que subió como la espuma a nivel turístico desde hace poquitos años, fue el que nos dejó con mal sabor de boca.


Cabe decir que el lugar, lo que ha creado la naturaleza ahí, es simplemente espectacular y bonito a más no poder. Por el contrario, el Nido está en esa delgada línea de acabar muriendo de éxito como un Maya Bay 2.0 en el caso de Tailandia. El pueblo del Nido poco puede crecer más y la demanda turística va más rápida que la oferta, dando lugar a aglomeraciones en los famosos tours de Island Hopping en los que vas navegando entre islas. Algunos tours sirven alcohol y van un poco pasados de rosca, gente que acaba en la playa de Las Cabañas (uno de los atardeceres en principio más bonitos) dando un ambiente más propio de botellón que de lugar tranquilo.


Por otra parte, en estos tours no es raro ver gente que no sabe nadar, generalmente asiáticos, literalmente pateando y andando sobre el coral o tirando basura deliberadamente como si no pasara nada. Si a eso le añadimos que en la playa de 7 Commandos tenían a un mono atado para reclamo de los turistas que por allí pasaban, acabamos bastante decepcionados. Teniendo en cuenta que veníamos de lugares igual de bonitos y mucho más tranquilos en el resto de Filipinas, nos hizo plantearnos hasta que punto hubiera afectado a la ruta haber omitido el Nido.




Sinceramente, no sabríamos describir el país más allá de una certeza absoluta. Es un vergel casi sin igual en lo que a biodiversidad se refiere. En pocos lugares del mundo es posible bañarte en la playa a la vez que ves delfines saltar en el mar frente a ti, pelícanos pescando, monos de cara blanca a tus espaldas, iguanas curiosas que parecen ignorarte. Es impresionante.


Pero hasta el paraíso tiene peros. Su sistema público de transporte no es útil para el turista pues siempre te ves obligado a volver a San José, la alternativa transporte privado bastante caro. Precios disparados tanto en los servicios turísticos como en cualquier supermercado. Tasas de salida de 29$ a pagar en el aeropuerto de San José (no todas las aerolíneas lo incluyen en el precio). son algunas de las razones de que nos quedara un sabor agridulce con Costa Rica.


Definitivamente, debemos volver. Darle otra oportunidad a ese país que muchos consideran la Suiza de Centroamérica.



9. Tánger (Animales Viajeros)


Aprovechando un viaje a Cádiz decidimos cruzar el Estrecho para cambiar de continente y conocer Tánger.


Habíamos leído muchas reseñas positivas, donde muchos compartían su bonita experiencia en la ciudad de la multiculturalidad. Una ciudad de artistas, intelectuales, bohemios, escritores…


Quizá la culpa fue nuestra por tener grandes expectativas, o simplemente no supimos cogerle el punto, pero en ningún momento conectamos con esta ciudad.


En el momento que nos bajamos del ferry ya tuvimos la sensación de que aquello no sería amor a primera vista. Aunque también es verdad que el puerto se encuentra a las afueras de la ciudad, y no es la parte más bonita.


Algunos de sus puntos más emblemáticos no nos cautivaron lo suficiente como, por ejemplo:


Su Medina no nos pareció ninguna maravilla, además de estar poco cuidada.

Plaza 9 de abril (el Gran Zoco): justo se sitúa en la entrada a la Medina. Tiene mucha vida, en ella se juntan tanto locales como turistas, pero no es nada del otro mundo. No hay nada destacable. Además, comimos en un bar lleno de lugareños donde casi salimos en llamas, ya que se incendió la cocina (de butano) y de repente todos salieron corriendo.


La ciudad en sí y la zona de la playa no sé si por casualidad o no, pero tenía excesiva suciedad, incluyendo cristales rotos en la arena.


Estuvimos dos días completos visitando Tánger en los que también recorrimos los jardines de la Mendoubia y el Mercado Central que sí nos pareció muy auténtico.


El balance para nosotros no fue positivo, y nada tiene que ver con la cultura, religión, costumbres o nada parecido, antes de que nadie tire por ese camino. Hemos visitado otros lugares con misma cultura, religión, costumbres de los que estamos enamorados.


Aun así, no quisiéramos echar a nadie atrás que tenga previsto ir a Tánger, siempre hay que tener en cuenta que lo que puede no gustar a unos, puede encantar a otros. Para gustos, los colores.


10. Roma (El Mundo Ok)


Roma es el destino al que tenía expectativas muy altas. Resulta que también, el Coliseo Romano fue la última maravilla del mundo moderno que tenía por conocer. Varias veces he tenido billete para Roma y por otros viajes lo he ido dejando hasta julio de 2019, cuando fui a la capital de Italia por primera vez.


Más que defraudar, siento que no debí volar a Roma pensando que es la ciudad más top del mundo, y eso a veces se paga caro al visitar el destino, por si algo mínimo que pase no te hace disfrutar del todo. Por ejemplo, los horarios de los autobuses en Roma son una pesadilla y no lo digo yo, lo dice mucha gente que ha vivido allí. Eso me hizo enojar un poco, ya que no imaginaba que una capital mundial tenía descuidado algo tan importante a nivel turístico y casi pierdo mi visita al Coliseo.


Por otra parte, al haber visitado caminos y teatros romanos, museos con artefactos romanos, y otros lugares similares, han hecho como si ya hubiera conocido Roma antes de conocerla en primera persona. Esto hizo que Roma no me impresione del todo, como lo hacen otras ciudades del mundo, de las cuales sé muy poco.



De muchos es sabido que nuestra relación con Indonesia no empezó de la mejor manera… Tuvimos unos primeros días convulsos y queremos hablaros de una de esas “decepciones” (en un primer momento): el Bromo.


Una de las ilusiones del viaje por Indonesia era ver el volcán Bromo. Es cierto que cargábamos con unos problemillas personales que hicieron que no pudiésemos disfrutar del viaje como se merecía… A eso se unió que nuestro viaje coincidiese justo con el fin del ramadán y que la primera parte del viaje fuese algo convulsa.


Es cierto que el amanecer para ver el Bromo y alrededores es espectacular (a pesar de lo poco que cuenta la gente, que aquello es el Mercadona en hora punta), merece la pena el madrugón para ver aparecer entre las brumas aquella maravilla de la naturaleza.


Pero con lo que no contábamos es que cuando fuimos a subir al cráter del Bromo, aquello era como la romería del Rocío.


No esperábamos que hubiese tantísima gente ni semejante cola para subir al cráter… imaginaos como estaba la zona del cráter (que por cierto apenas tiene protección y ves a mucha gente jugándose la vida por una foto).


Este hecho hizo que fuese un poco chasco ese momento, pero también tengo que deciros que pasados los años hemos aprendido que contra estas cosas no puedes hacer nada y que es mejor no enfadarse, pero sí que es cierto que creemos que es mejor contar las cosas tal y como son y no solo la parte bonita de los viajes.


Aun así, nos quedamos con ese amanecer maravilloso.



Lo cierto es que no me gusta hablar mal de los lugares que visito. En general considero que todos los sitios tienen su encanto de una u otra forma. Y cuando siento que un país o ciudad me ha dejado un sabor agridulce, trato de darle una segunda oportunidad si se da la ocasión. A veces, el mismo sitio, cambiando la compañía, el momento, la situación personal o simplemente eliminando los prejuicios, se convierte en un sitio totalmente diferente. Y creo que algo así me pasó con París. Como decía Edward Bloom en Big Fish, "la primera vez llegué demasiado pronto". Tal vez no era el momento adecuado. Yo era un cría y tenía París tan idealizado, allá en los años 90, entre películas, leyendas y mitos que cuando me encontré allí me sentí fuera de lugar y fuera de tiempo. Me impresionaron sus calles, su arquitectura, sus museos. Pero no era un sitio para mí, o yo no era para estar en aquel sitio en aquel momento. Pasaron unos 8 años y volví una segunda vez, casi por casualidad, y con ella llegaron la tercera y la cuarta visita. Algo hizo click. La primera vez llegué demasiado pronto, pero las siguientes no llegué demasiado tarde. Quizás sea un clásico, pero lo cierto es que cada vez que visito París me parece una ciudad diferente, fascinante y abrumadora. ¿Quién dijo que segundas partes nunca fueron buenas? ¡Yo ya voy por la quinta! Paris, je t'aime!


Es difícil para nosotros decir que hay algún lugar que nos ha defraudado, normalmente todo nos sorprende y nos gusta. Pero si tenemos que decir algún lugar, este sería sin duda Corea del Sur. Después de meditar y reflexionar sobre nuestro paso por este país asiático, creemos que tenemos la respuesta de esta pequeña desilusión viajera.


Nuestro paso por Corea fue en 2014, durante un viaje que nos llevó varios meses por Asia. Este creemos que fue nuestro gran error, el orden con el que pasamos por el país, ya que lo hicimos justo después de Japón. En aquel momento la gente nos advertía que Corea era un país algo parecido a Japón pero unos años antes. Y sin duda podemos corroborar que fue así, un país que aspiraba a ser su vecino del este, pero al que le quedaba mucho recorrido. Otro de los motivos por el que no acabamos de disfrutar el país, fue su comida. Nos pareció una dieta complicada de asimilar al gusto occidental. Platos como el kimchi o Bulgogi no fueron de nuestro total agrado.


Dicho esto, como sabemos que las percepciones dependen mucho del momento y las circunstancias, desde hace un tiempo estamos pensando que nos gustaría darle otra oportunidad a Corea del Sur, así que no os extrañe que en algún momento pasemos de nuevo por allí. Hay que decir en su favor que la gente y su cultura ancestral es una maravilla.



No soy una persona excesivamente exigente en mis viajes, no suelo llevar las expectativas altas con lo que es difícil que algún lugar me llegue a defraudar. Cada uno tiene algo que aportar y nunca hay ninguno que me haya defraudado en sí. Hace muchos años sí que me pasaba con las playas. Tengo una auténtica obsesión con las playas bonitas  y cuando se iba acercando el día, me empezaba a poner nerviosa. No sabía si mi elección habría sido la adecuada, si las playas finalmente no me gustarían y si me acabarían defraudando. Recuerdo llegar en un avión de hélice al Cayo Santa María en Cuba, e ir mirando por la ventanilla para intentar ver si realmente las playas eran como yo esperaban. Y no, no me defraudaron para nada. 


Pero hablando de Cuba: hice este viaje hace muchos muchos años. Corría el año 2008 y si bien el país en sí no me defraudó, si que me vine con la sensación de que era un país al que no necesitaba regresar. No me gustó en especial el trato que tuvieron con nosotros la mayoría de la gente y dije que no volvería jamás. Es cierto, que han pasado años y que con estos años me ha entrado el gusanillo de volver, sobre todo porque Rubén no ha estado y me gustaría que conociese La Habana. Así qué quien sabe si finalmente volveremos a pisar suelo cubano.



15. Aveiro no es Venecia (Vagamundos Viajeros)


Nuestra decepción no fue tanto con la ciudad en sí como con su fama. Que vendan Aveiro como "la Venecia de Portugal" es hacer un flaco favor a este municipio portugués. De hecho tiene su propio encanto, mezcla de un sabor tradicional marinero y una llamativa arquitectura modernista. El hecho de contar con tres canales (sí, solo son tres) debería ser algo totalmente secundario frente a esos otros valores turísticos mucho más destacables en nuestra opinión. Sus mouliceiros no son comparables a las góndolas venecianas y su slogan de ciudad de canales palidece frente a su homóloga italiana.


En cambio, sí merece la pena visitar Aveiro por el Barrio de Beira Mar, con increíbles murales de motivos marineros sobre las antiguas casas del puerto. O por sus estupendos restaurantes para disfrutar de la sabrosa gastronomía portuguesa. Incluso por su marcha nocturna, al ser una ciudad universitaria llena de animados jóvenes. Así, yendo con sus auténticos atractivos en mente, seguro que no te decepcionará.



15+1. Nueva York, desilusión inesperada (Un Pin en el Mapa)


Siempre quisimos visitar Nueva York y acabamos defraudados. A pesar de que nos gustaron los barrios de Midtown, Harlem y Brooklyn, en el resto de la gran manzana vimos demasiadas calles sucias y descuidadas, gente poco amable y con prisas, comida y alojamiento caros y en definitiva una ciudad con falta de magia… pero ¿qué esperábamos?


Sinceramente el viaje vale la pena, pero nos faltó esa sensación de maravillarnos y estar sobrecogidos al cruzar cada esquina, sentirse en una película. Nada peor que tener altas expectativas, pues acabas desencantado incluso en este viaje tan deseado y recomendado. Las comparaciones son odiosas, pero tras vivir y visitar otras grandes ciudades como Londres, Tokio, Bangkok y Roma, Nueva York nos supo a poco.


Ahora te toca a ti, ¿nos cuentas el tuyo en los comentarios?

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